Cuando se comienza hablando de la peligrosidad de las drogas y de los toxicómanos, se termina el discurso sobre cómo encerrarlos o perseguirlos. De esta forma, el tráfico al por mayor queda fuera del discurso, lo que beneficia a los verdaderos delincuentes: los traficantes.
Hay niños entre 12 y 15 años que ya consumen alguno de los tipos de drogas, ya sea tabaco, alcohol o hachís, y muchos otros han tenido ofertas múltiples para aceptar o probar estas drogas. Esta oferta se presenta casi siempre en su medio habitual de relación, entre compañeros, por amigos o colegas (algunos de mayor edad que ellos). No se trata en los comienzos del consumo de un mítico traficante, sino que la incitación a probar se produce de forma natural entre el grupo de barrio o de la escuela o instituto.
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